26 de agosto de 2007

Me encontré con ella. Iba caminando rapidito, con esos pasos apretados que da, y avanza como dando saltitos (esas cosas que la hacen tan linda). Caminaba así y toda rígida, cuando se acercó me di cuenta que murmullaba pequeños insultos y tenía los dientes apretados. "Esos pendejos... cuando los agarre van a ver" y cosas por el estilo.
Casi pasa de largo sin verme, pero la llamé, y además de darse vuelta ella, otros cuantos que estaban parados en la esquina se dieron vuelta para chusmear. "Ché Sofía"
Cuando me vio sonrió un poquito, como cuando la gente hace ese gesto como que se alegra de verte, solo que ella lo hacía enserio, se alegraba de verme.
"Qué andás haciendo por acá" y ese tipo de cosas y nos fuimos caminando por la vereda entre comoandases y tantostiempos.
Las valdosas de nueve panes ahora parecían el piso de una disco en los 70, bailamos entre la gente y los autos, algunas valdosas rotas, algun tropezón y una burla divertida, y toda la riza desparramada por lo que fuera.
Llegamos al bar de siempre y nos sentamos a comer una medialuna a medias. Ya no nos gustaba tanto ese bar, pero los ritos son los ritos, y las medialunas que antes eran tan baratas y grandes ahora eran tan caras y chicas, pero a quién se le ocurre rechazar una medialuna a medias.
La charla de siempre, esa que tanto nos gustaba tener, como una obra que se repite cada tanto tiempo, pero es igual de disfrutada cada vez que la dan. O como el chiste del water, que cada vez que lo cuento nos hace más gracia.
Así pasamos la tarde, ella no fue a donde iba y yo estaba justo donde quería estar. No había sol, y la gente tenía la misma cara de culo que siempre, pero ese dia era todo tan lindo.
Me acordé por qué era que ella me gustaba cuando eramos tan chicos, las mismas razones, esas cosas por suerte no maduran ni se pudren. Y cuando estaba por pensar en eso otra vez, le cantó un bolsillo.

"ah, es mi novio, perá que lo atiendo"
El peor de los tridores, esa cucaracha inmunda había sonado, el celular puede ser el peor amigo del hombre, es la archinemesis del perro.
El cielo se puso gris como estaba, y la gente siguió con su cara de culo, pero ahora yo me di cuenta.
Cuando cortó el teléfono me pude acordar que me tenía que ir. Nos saludamos con los cuandonosvemoses de siempre y las promesas de esto y lo otro.
Hice como que me iba y cuando me aseguré que ella estaba caminando hacia el otro lado me di vuelta para verla. Le miré la cola y cómo se alejaba caminando rapidito con esos pasos apretados que da, como dando saltitos.

1 comentario:

Perrito Wagneriano dijo...

Pah, qué salado que publiques esto.