9 de septiembre de 2008

El Final.

me mira con esa cara que vi una vez hace tantos años, y ya sé lo que va a decir. Dirá lo mismo que aquella vez.

Todo está implícito, el fin se acerca aplanador e implacable, es difícil marcar el momento exacto en que el final ah llegado. Tal vez ese momento ya pasó, pues lo que sigue es una sucesión natural de hechos inevitables, como la caída de las fichas de un dominó. O tal vez ese momento esté determinado por el punto final de la oración que se aproxima a sus labios.

Ese es el problema, el no estar seguro de si todo terminó, o si aún vivo montado en la estela del ultimo estertor. La prolongación de este instante se transforma en una necesidad vital, y en una tortura desgarradora.

Mil millones de pensamientos desesperados se atropellan queriendo dar a luz alguna idea. El esfuerzo sobrehumano al que me veo exijido en el vano intento de estirar este momento un segundo más me agota, y caigo rendido ante mis propios negativos pensamientos.

Cegado por el atropellamiento pierdo la orientación y la capacidad de comprender lo que mis sentidos me trasmiten, pero desde algún lugar de la agonizante conciencia que resiste me llega su voz.

- Tenemos que hablar.

Lo dijo. Se acabó.